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domingo, 13 de marzo de 2011

Contra-natura

 

Experiencia sobrecogedora


Sorprendido sobremanera por el escrito de un amigo. Me atreví a desempolvar al fin este espacio, dejado de lado entre tantas actividades que consumen mis días.


El nombre de aquel escrito es "Fundamentando un Ateísmo". Y mi motivación principal para contestarlo es que el título aparece auto-contradictorio a primera vista.  Si fuera en cambio "pensando el ateismo" o algo similar, no habría tenido tantos reparos y, por ende, tantos deseos de contestar.  La segunda motivación es que plantea un problema curioso hacia el último tercio del escrito, donde la expresión "dios es el dador de la vida" aparece con cierto valor de dificultad ontológica que tampoco comparto.


Las objeciones a lo segundo son bastante sencillas a mi
juicio.


Dios, como dador de vida


En lo formal, cualquier expresión a la que se le cambia el sujeto por cualquier otro y sigue funcionando de la misma manera, es sin duda alguna una trampa lingüística.  Ergo, una trampa intelectual de inconmensurable inconcreción.  A esto le llamo, la falacia "De ente inmateriali creato".  No sé si es descubrimiento de mi propia factura, o una burda reiteración de alguna cuestión ya debatida.  La cosa es que me gusta el nombre porque describe, además, las pésimas formas de razonar a las que nos sometemos por el mero hecho de haber crecido cristianos:  Sacar del aire, creer sin saber.


Como demostración, cambiar el sujeto de la expresión "dios" por "universo" no otorga diferencia alguna al sentido. "El universo es el dador de vida" es una frase igualmente difícil de separar en elementos racionalizables sin cambiar el sentido de la expresión anterior.  Así, se hace notorio que la frase es inconcreta, no tiene contenido descriptivo y, por lo tanto, es de suyo inconcluyente en cualquier sentido que se use.


Sin contar con el simple hecho de que es una petición de principio. Esto es, una frase donde las premisas están contenidas en la conclusión. O, para hacerlo aún más sencillo, una cosa que digo porque se me antoja y no porque la pueda sustentar más allá de mi capricho personal.


Finalmente, si digo "dios es el dador de vida", estoy estableciendo que tengo una causa bien conocida y delimitada para explicar un fenómeno.  En este caso, el fenómeno de la vida.  En la manera de pensar el mundo al revés, la parte desconocida de la frase (dios) es la misma causa que se atribuye al fenómeno conocido (vida).  Un absurdo sin par.


En cuanto al contenido, mi objeción es aún más simple.  Una frase de mi factura que, espero, cruce los anales de la historia: Si el fenómeno de la vida fuera en realidad un milagro, tu madre no habría tenido que frotar la varita mágica con tanto empeño [...]

De los milagros se espera ocurrencias espontáneas, irregulares y sin sustentación en procesos cotidianos.  La vida es una de las cosas más
generales, vulgares, comunes y regulares de las que yo tenga cuenta.  Si la cosa no fuera así, la industria de los fungicidas habría quebrado hace mucho tiempo.  La aparición de la medicina moderna -en la vulgaridad inherente a sus procesos- ha introducido cambios tan significativos como la sobre-población terrestre y, por ende, la necesidad de dos planetas tierra para sostener los recursos de la población mundial para 2030.  En cálculos aproximados.


Se requiere pues un desconocimiento tan rotundo de los mecanismos de adaptación biológica por parte del creyente, que incluso un tipo tan conservador como Karol Wojtyla -Juan Pablo II, anterior Papa romano- llegó a reconocerlos como hecho y no simple especulación científica.


Los mecanismos de adaptación biológica son tan contrarios a la doctrina de la fe, que cualquiera en su sano sentido encontraría la brutal vacuidad de la afirmación "dios es el dador de la vida" totalmente contradicha desde su misma enunciación.


Señalaré unos cuantos de estos mecanismos y le queda al apreciado lector sustentar o rechazar su relevancia y alcances:

  • La propensión a las fracturas de los huesos de los brazos humanos está dada como única posibilidad para que se pueda producir giros angulados en las manos.
  • El estrabismo no es más que una forma exagerada del movimiento natural ocular. Los ojos humanos "tiemblan" todo el tiempo para compensar una visión completa a través del "punto ciego".
  • El ojo humano tiene un punto ciego porque el mecanismo -nada refinado- del tejido nervioso requerido para producir la vista, tiene que atravesar las cuencas del cráneo.
  • La extraña disposición de la vulva femenina respecto a las hembras de otras especies se debe sencillamente a su posición erguida.
  • Los mecanismos de la náusea, jaquecas, lagrimeo y fiebre casi nunca funcionan como deberían ni cuando deberían. Por lo general, se activan de manera innecesaria.
  • Caminar erguido es cosa tan complicada, que una vista detallada demuestra que gastamos -para balancear el cuerpo- al menos 10% a 30% o más del esfuerzo marchando hacia los lados en vez del frente.
  • En el reino natural existe una plétora de mecanismos presentes en muchas clases animales distintas de nosotros.  Estas superan con creces nuestra particular forma de adaptación al medio como especie.

¿Creación? Hay que perder los cabales y tirar a la basura todos los logros de la cultura occidental con el ánimo de sostener absurdo semejante en este siglo.  El "milagro de la vida" no es más que una forma mojigata de descalificar un fenómeno que, por sí, es mucho más complejo, valioso y bello:  La reproducción.


Aproximaciones personales al problema de la justificación del ateísmo

 

Con el correr de los siglos, muchas palabras maduraron para dar paso a expresiones que representan cosas casi contrarias al sentido originario de dichas palabras.  Esto es incontestable.  Por ejemplo, general quiere decir común, popular, compartido, vulgar; cuando se emplea con letra capital, General implica el rango más restringido, máximo y exclusivo al que se puede llegar en la milicia o alguna fuerza policial.  Aunque, en principio, implica el grado de dominio "general" sobre todas las tropas.  De la misma manera, la palabra "crédulo" terminó separándose completamente de la palabra "creyente", cuando ambas tienen uno y el mismo significado.


Decirse "creyente" es ponerse una "corona de crédulo". La diferencia es la dignidad intangible que se le otorga a la segunda acepción por costumbre popular.


Las palabras fe y creyente tienen una relación similar a la anterior.  No hay nada, absolutamente nada, que nos diga con claridad qué diferencia el concepto de fe de la misma credulidad.  Desde aproximaciones que rayan en la pura etiqueta verbal: "creer sin ver", hasta las más graves e inexplicables formas de unanimidad intelectual y descarada petición de principio: "dignidad vital".  Las palabras fe y creyente se confunden en un mar de propiedades y categorías superficiales.  En la práctica, las palabras fe y creyente terminaron formando parte de un vocabulario excluyente que su usuario no puede evitar ni tampoco explicar, pero, de igual manera, no significan nada concreto.


Fe es la vivencia del creyente, creencia es la experiencia de la Fe


Es el último sentido de la palabra creyente -la experiencia única de dignidad vital- lo que muchos ateos terminaron llamando "un producto del abuso infantil", en Estados Unidos de América.  Esto, hasta el punto de negarse a que sus hijos formaran parte del "juramento a la bandera" del país, llamado Pledge Of Allegiance en su lengua original.  Su motivo primordial: La conjunción de términos "una nación bajo dios", algo quizá más propio de un himno fascista que de un canto a la democracia, el amor por el prójimo y la diversidad en los tiempos actuales.


Si el lector se lo perdió, introduzco lo anterior en doble sentido: El abuso de términos -o raciocinio extraviado- propio del crédulo tiene su raíz originaria en la crianza.  Y casi todos los altos valores sociales a los que se ha llegado a través de los años está en abierta contradicción con las enseñanzas de la gran mayoría de religiones que conozco.


Es que, para agravar la cuestión, la postura atea -al menos en mi experiencia personal- no es cosa que tenga relación directa con la religión.  Resulta, más bien, el nombre que toma una postura social, contrapuesta a los males de la religión. Y por males de la religión me refiero a algo nada difícil:


No hay nada que justifique juramentos de lealtad a la clase dominante de una nación.  Como tampoco hay causa mayor -aparte de la colonización- que haga de esa nación una nación cristiana.  Tampoco lo hay para que el país en que nací se crea cristiano.  Tampoco lo hay para que el cristiano del común llame al ateo descreído o para que el musulmán llame al cristiano infiel


Pero de eso se trata la dinámica del hombre religioso en general.  En particular, el cristianismo de hoy no es una forma de moralidad.  Es todo lo contrario.  Una forma de saltar convenciones morales racionales plantando cara de ingenuidad.  Credulidad.  Una forma de ostentar un valor como individuo que se obtiene de manera gratuita, sin esfuerzo por lograr el perfeccionamiento de la sociedad en la que se vive sino por puro sedentarismo y costumbres irracionales


Mi problema con el título de mi amigo es bastante sencillo, el ateísmo no soporta una justificación formal por el simple hecho de que es una postura negativa.  Uno es ateo con respecto a algo que se niega y ese algo no es, en ningún caso, dios.  Se trata, en cambio, de una postura contraria a los apuros que tiene el crédulo para justificar de manera mínima y no suficiente el hecho de que el mundo se articula alrededor de su dios individual.


Si usted no acepta mucho o parte de aquello, si no somete su razón, si no se apega a la práctica establecida, usted es ateo, rebelde y anatema.


Dios es un artículo accesorio a la religión


Dios es, teóricamente, el punto de llegada de la práctica religiosa.  Cualquier tipo de práctica ascética tiene como propósito la divinidad, en supuesto.  La cuestión es que dios nunca es una entidad a la que usted pueda aferrarse.  Es en cambio un subterfugio al que se apela cuando falla la capacidad de encontrar sentido: Si su mamá se muere de cáncer es porque tuvo que ser así.  Si vive, ¡gracias a dios, es un milagro!


Dios es inasible, inalcanzable, inextricable. Y cada vez que la humanidad vuela más alto con sus cohetes y cápsulas espaciales, dios se corre y esconde un poco más lejos en el cosmos.


La religión, en cambio, es una forma activa y doctrinaria de participar en la dinámica social.  Yo soy ateo con respecto al cristianismo porque es el estado de cosas que rechazo a mi alrededor y en mi crianza.  Soy ateo frente a otras religiones sólo por extensión y mínimo conocimiento de causa, al igual que los cristianos son ateos ante el creyente en Thor, Buddha, Mahoma y otros tantos.  La única diferencia es que yo, por conocimiento mínimo de causa, voy un paso más allá y también desprecio al cristianismo como norma de conducta, forma de vida, sistema de explicación, organización social/comercial o forma de superar los embates brutales de esa condición que al unísono hemos dado en llamar existencia.


Así es amigo lector, soy un ateo odioso y violento cuando algún perro cristiano se entromete entre el Estado y los derechos reproductivos de mi pareja o la pareja de cualquiera.  Soy un ciudadano celoso del falso derecho que se endilga un individuo para entrometerse en la vida de los demás.  Sin embargo, soy uno del montón cuando la anciana reza y la joven pide mejor posición social a su amiguito imaginario.


El dios personal, el dios que me sabe, la reinvención del daimon socrático, es un invento moderno.  El día que la gente religiosa -en consecuencia- haga de su práctica algo privado, dejará de haber ateos.  El problema no es contra el que cree sin ver.  El problema es contra aquel que quiere imponer un modo de vida para todos.


Como dice Slavoj Žižek, el único que puede creer en realidad es el ateo.  Y a mí, hoy día, me produce aburrimiento supremo la palabra creer.  Si en algo estamos de acuerdo es en que creer y saber no son y nunca serán lo mismo.


Mientras algún dios omnisciente "permite" en "su plan" dosis de SIDA para los niños en África, habrá grupos seculares que no se resignarán a ver y ofrecerán ayuda.  El Vaticano sigue debatiendo si usar un condón en caso necesario es menos pecaminoso de lo que era hace 10 años.


Ser no-crédulo, no requiere o admite fundamentación.  Ser crédulo, por el contrario, debería ser objeto de discusión y argumentación detenida.


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